"Al principio pensé que lo que tenía delante era un edificio: parecía una
carpa, recortada contra el cielo naranja, era tan alta como una iglesia, y las
ráfagas de viento agitaban la lona rosa y gris: una estructura de lona inclinada y
deteriorada por el viento y el paso del tiempo.
Y entonces se dio la vuelta y vi su rostro, y oí una especie de gimoteo,
como el de un perro apaleado, y enseguida me di cuenta de que era yo quien
gimoteaba.
Tenía el rostro andrajoso, y unos profundos agujeros en la lona le servían
de ojos. No había nada detrás, solo una máscara de lona gris, mucho más
grande de lo que cabría imaginar, raída y hecha jirones, agitada por el
borrascoso viento.